La vida es así.

Todo comenzó cuando empezamos en el instituto. Algunas nos hicimos amigas, otras nos dejamos de lado, nos empezaron a gustar chicos, por lo que hubo muchos lloros y algunas que otras sonrisas, pero al final nada acababa bien. También hubo equivocaciones; la que hice yo al decir que sí a una proposición, que en el fondo no tenía sentido mi afirmación hacia ella. Luego me sentí mal porque tuve que romper todo mi esfuerzo por intentar que funcionara, pero no ocurrió, y todo eso tuvo que acabar. Pero, sobre todo, lo que más me gustó, es que conocí a mucha gente nueva, me amigué con gente con la que mi amistad no era muy fuerte, y ahora es irrompible.
Hubo momentos tristes, en los que necesitábamos un fuerte abrazo, o quizás un beso de ciertas personas. Momentos en los que dudábamos de que volviésemos a ser felices, en los que hicimos cosas de las que todos nos arrepentimos. Pero también hubo muchos momentos felices, en los que nos olvidábamos de las cosas horribles que nos pasaban solo por estar con nuestros amigos, y por primera vez, disfrutar de verdad esta vida. Instantes en los que teníamos conversaciones sin sentido, pero que aún así nos hacían reír y sonreír. Por supuesto, también hubo instantes en los que manteníamos conversaciones serias, instantes de tensión, en los que no sabíamos muy bien lo que hacer. Dudas, insultos a las espaldas, todo eso también ocurrió, pero como bien sabemos, nadie es perfecto.
Intento ayudar a la gente que puedo, pero a veces, me resulta imposible, porque si están deprimidos, al final yo acabo de la misma manera, también intento resistir todo el peso que a veces dejan caer sobre mis espaldas, pero...de vez en cuando es demasiado peso, y me derrumbo, una y otra vez. Pero, aún así, no me rindo fácilmente, y sigo levantándome una y otra vez, intentando conseguirlo repetidas veces.
Hubo múltiples peleas; algunas no tenían solución, otras se solucionaron, y nuestra amistad se hizo más fuerte, porque las peleas que te ponen a prueba, te hacen más fuerte.